Esteban Vicente. Untitled. 2000

La colección permanente del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente abarca la evolución del pintor en sus distintas etapas creativas, así como todos los soportes y técnicas por él utilizados: pintura, collage, dibujo y escultura.

Las salas 4 y 5 del Museo nos muestran, en esta ocasión, la obra pictórica de Vicente entre 1950 y 2001. En los años 50, Vicente participa, junto a un nutrido grupo de artistas, en el resurgir de un nuevo lenguaje artístico, una pintura abstracta de acción, gestual y agresiva, que en el caso de Vicente se torna más lírica. Realizada con diferentes áreas planas, de trazo libre y regular, pero de composición ordenada. El trazo negro subyacente, al margen de las formas de color, crea movimiento y fluidez, y guían al espectador a través del cuadro.

Esteban Vicente. Copla, 1950

En la década de los 60, va concediendo mayor protagonismo a las formas de color, se reduce la maraña en pro de una estructura subyacente más reticular y menos orgánica. Las formas cada vez son más amplias, flotan y se relajan en atmósferas ambiguas. A mediados de los 60 enfatiza la interacción de los colores, y consigue un color más plano, visual y emocional. Las manchas de color son mayores, más gestuales y más abstractas. Las obras de estos años son deudoras de su relación con la naturaleza orgánica derivadas de sus viajes y estancias en Hawai y del jardín que cultiva en Bridgehampton. En la década de los 70 el gesto y la huella desaparece para dejar paso a la utilización del aerógrafo hacia la conquista de los campos de color, ya que esta técnica le permite reforzar su saturación. Aparecen tonos sombríos influidos por sus vivencias personales, aunque siempre conteniendo la luz. Lo intuitivo y lo poético que vendría dado por la utilización saturada del color que le acompaña a estas composiciones junto a trazos gruesos y finos.

Esteban Vicente. Afternoon, 1971

A partir de mediados de los 80 Vicente vuelve con más intensidad a la naturaleza como fuente de inspiración y desarrolla formas orgánicas, amplias y diversas. Trabaja con mayor libertad, con una mayor riqueza y variación en la paleta de color, con los que el artista estudia el comportamiento de la luz y el ritmo. Las composiciones son de mayor tamaño. Combina el aerógrafo con el gesto del pincel y aparece tímidamente el dibujo. Son obras de gran sobriedad combinada con la máxima intensidad lumínica. Al final de su carrera, en la década de los 90, de las obras emana una luz candente y una atmósfera serena. En estas obras conserva frescura, junto a su paleta de color comienzan a aparecer malvas, verdes, naranjas…, una sinfonía de color. Las obras inmediatamente anteriores a su fallecimiento demuestran un progresivo grado de decantación, despojamiento y depuración.

Esteban Vicente. Untitled nº 8. 1997