Untitled, 2000.

Untitled, 2000. Óleo sobre lienzo, 132 x 107 cm

Este es su último cuadro, tiene 97 años, está débil y cansado. Pinta en su estudio de Bridgehampton frente al jardín, por ello no es de extrañar que la obra de estos últimos años mire a la naturaleza. La escena está creada con un mínimo de elementos: las copas aéreas caladas por la luz y la vegetación del suelo, más trabada y espesa. La gradación de ocres y verdes está conseguida diluyendo el pigmento hasta hacerse casi transparente. Los troncos se adelgazan en la lejanía. La zona central, sin pintar con el lienzo visto, crea una sensación de luminosa profundidad. Lo cierto es que este periodo no supone una ruptura con respecto a la de épocas anteriores, la tensión entre abstracción y representación y el uso del color como medio de luz siguen vigentes. La presencia, la intensidad de la luz es otro rasgo diferencial de su pintura en los últimos años. Vicente lo había dicho en múltiples ocasiones la cualidad del color es la luz.

Esteban ha pintado siempre para sí mismo, pero ahora más que nunca. El opinaba que para pintar hay que creer en la pintura y hacer de la experiencia el propio maestro. Con su ya larga experiencia lleva a su obra la reducción a la esencia, algo presente en toda su obra. Este cuadro es el final de un proceso de toda una vida, en el que el pintor ha buscado la luz a través del color y la libertad a través del control por encima de todo.