El Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente acoge la muestra Alberto Corazón. El cazador furtivo, producida por la Colección Roberto Polo. Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (CORPO), y comisariada por su Director artístico, Rafael Sierra, y la esposa y compañera profesional del artista, Ana Arambarri.
Tras su paso por Casa Zavala, Cuenca; Lonja de Pescado, Alicante; y Parlamento de La Rioja, Logroño; esta exposición itinerante recala en el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente con una ampliación en su selección de obras.
La exposición se configura a partir de ochenta y nueve piezas, entre las que se recoge una parte importante de producción inédita de Corazón. Estas obras se articulan en torno a los temas clave de su producción, al tiempo que tienen que ver con la recuperación de la memoria. Corazón era un artista impulsivo, que sentía la urgencia de plasmar en formas y en palabras el torbellino de ideas que manaba de su cerebro. Ordenar sus emociones no fue tarea fácil, por lo que sus escritos, tan presentes en el montaje de esta muestra en el Museo Esteban Vicente, nos guían para viajar por los caminos de su emoción y su memoria: “nunca he tenido la tentación de pintar lo que veo. Debo esperar a que las imágenes regresen desde algún lugar de la memoria”.
El título El cazador furtivo, hace un homenaje a sus teorías sobre el concepto de “la imagen como forma de pensar” y “el arte útil”, recogidas en varios ensayos. Fue un artista total capaz de transitar de continuo del pincel a la pluma o el cincel, del papel al lienzo o a la plancha de bronce. Es esto precisamente lo que la exposición viene a contarnos y mostrarnos, como un recorrido por su alma de creador.
A modo de introducción, seis pinturas y una suerte de instalación, nos muestran LA MESA DEL ARTISTA, radiografía de su personalidad antimetódica. El espacio donde Alberto Corazón transitaba a diario entre la pintura, el diseño gráfico, la escultura y la escritura, persiguiendo siempre preguntas esenciales sin respuesta, cábalas sobre el sentido de la vida.
Desde 1997, el artista cultiva el género del BODEGÓN atraído por la estricta presencia de objetualidad. Este género le permitía pensar y problematizar la pintura, la representación y la percepción. “Mis bodegones son puramente simbólicos, en su estrategia de composición específica encuentro un territorio de infinita libertad estética”. Destaca en esta sección las versiones y elaboraciones de Corazón en torno a la Cesta de frutas de Caravaggio.
Una selección de RELIEVES y ESCULTURAS, realizados entre 1995 y 1997, advierten el desarrollo de una obra escultórica en un lenguaje abstracto y simbólico que se apoya en materiales como el plomo, acero, aluminio y bronce.
ACANTILADOS, BARRANCOS y EMBARCADEROS para el mineral son paredes de piedra que el artista gustaba de contemplar y pintar desde una barca frente a las costas de Agua Amarga, en el Parque natural del Cabo de Gata, Almería, un lugar o “paisaje lunar” donde le gustaba, a Alberto Corazón, perder la noción de espacio. Son delicadas piezas que analizan el paisaje desde una visión sintética, resueltas con trazos de dibujo espontáneos, cercanos a las vírgulas impresionistas, y con caligrafías temblorosas, que se entremezclan, en ocasiones, con pequeñas masas de color.
En la serie de lienzos JARDÍN DE ARENA, el motivo central es una forma abstracta, rotunda y recurrente de dos hojas dentro de un recipiente, sintetizada hasta el extremo, que emerge sobre un campo de color uniforme, mientras que en el grupo de obras que configuran la serie JARDÍN DE NOCHE, destacan los bosques en los que las formas flotan distribuidas por toda la superficie del lienzo, aisladas unas de otras, destacando la objetualidad de las mismas.