AÚN APRENDO

Últimas obras de Tiziano a Tàpies

25 de septiembre 2007 – 13 de enero 2008

Podríamos decir que a partir de una cierta edad, un artista ha explorado su genio, ha encontrado su propia voz y ha logrado dominar la técnica.

Puede que esto coincida con un periodo de decadencia progresiva o, por el contrario, que comience una etapa en que, libre ya de cualquier compromiso que no sea el contraído consigo mismo, realice obras de extraordinaria calidad, en las que todas sus capacidades parecen estar al servicio de una nueva perspectiva: la que le proporciona su singular atalaya. Ahí ya no hay juicio ni crítica que les importe, salvo el Juicio Final de su pintura.
No se trata de hacer pasar todas las obras de todos los artistas, en el tramo final de su vida, por obras excelsas. Creemos, sin embargo, que poseen un carácter diferencial respecto del resto de su creación.
Por eso en esta exposición, que tiene tanto de antropológica como de artística, pretendemos mostrar el fruto del genio artístico en alianza con la debilidad física y ante la perspectiva de su fin. De ahí el título de la exposición, tomado de un dibujo que realizó un Goya octogenario.
En nuestra sociedad, a diferencia de otras de otros tiempos y otros lugares perseguimos y alabamos el talento de la juventud, aceptamos resignadamente el de la madurez e ignoramos o descartamos el de la vejez. Y sin embargo, como en una ocasión escribiera Degás: «Todo el mundo puede tener talento con veinticinco años. Lo importante es tenerlo a los cincuenta». Y no digamos a los setenta o los ochenta. Frente a la vejez entendida como sinónimo de incapacidad, conviene contraponer una imagen, al menos tan cierta como esta, que en muchos casos la anula, la supera y la dota de sentido pleno: que es entonces cuando se produce ese canto del cisne, tanto más dulce cuanto más próximo está de su muerte. Porque, como escribiera Chateaubriand refiriéndose a Poussin: «Este cuadro evoca algo de la edad descuidada y de la mano del viejo: ¡el admirable temblor del tiempo! Con frecuencia los hombres geniales han anunciado su fin mediante obras maestras: se trata del alma que remonta el vuelo».

Esta exposición reúne un conjunto de ochenta obras de estas características, pertenecientes a cincuenta y cinco artistas. Está centrada en el arte español del siglo XX, pero hemos añadido algunos ejemplos destacados de épocas anteriores y de procedencias más lejanas. Comienza con un grabado de Tiziano, que ya en su día encarnó la imagen del pintor anciano, y llega hasta el día de hoy. Hemos sido rigurosos en escoger siempre obras de los últimos años de la actividad del artista, incluso en más de un caso, se exhibe precisamente la que fuera su última obra. Se da la circunstancia de que los tres grandes genios españoles del arte moderno –Picasso, Dalí, Miró– alcanzaron una edad realmente provecta, lo que nos ha permitido contar con obras extraordinarias de los tres. El propio Esteban Vicente, que falleció poco antes de cumplir noventa y ocho años, activo hasta el final, está representado de forma especialmente amplia. Otra particularidad de la muestra es que cuanta también con obras de ocho artistas vivos: Gonzalo Chillida, Martín Chirino, Sarah Grilo, Pablo Palazuelo, Albert Ràfols- Casamada, Antoni Tàpies, Gustavo Torner y Cristino de Vera. Todos ellos siguen en activo y todos –salvo el último– cuentan ya con más de ochenta años. Bien se puede decir que están dando ahora lo mejor de sí mismos. Viendo sus cuadros, viendo todos los cuadros de esta muestra, bien se puede decir que en ellos, sus autores se han dejado la vida.

Con el patrocinio de Caja Madrid.