La colección permanente del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente abarca la evolución del pintor en sus distintas etapas creativas, así como todos los soportes y técnicas por él utilizados: pintura, collage, dibujo y escultura. En esta ocasión se muestra una selección de obras en los siguientes espacios del museo:

Sala 3:

Decía Esteban Vicente: para ser pintor tienes que saber dibujar, si no sabes dibujar nunca llegarás a ser pintor. El dibujo es la forma que tiene el artista de investigar…, el dibujo es una indagación.

Esteban Vicente siempre consideró el dibujo una disciplina independiente, no un boceto preparatorio de otra obra. Como tal, desarrolló una ingente producción de dibujística en paralelo a su pintura. En esta área del Museo, mostramos una serie de dibujos de la década de los 70 y los 80 caracterizados por su austeridad. Se observa la construcción del espacio a partir de color, organizado en forma de cuadrados o rectángulos, que parecen flotar calmadamente sobre la superficie que les sirve de soporte. Los dibujos con mayor intensidad cromática, se encuentran en dinámica y armónica relación. También aparecen las formas orgánicas, pues en esta época, Esteban Vicente sobre todo mira a la naturaleza, que observa, interioriza, e interpreta en su propia clave expresiva.

Dedicamos un pequeño espacio en esta sala, a sus primeros collages, que realiza desde el año 1949.

La utilización de los papeles consigue un efecto espacial de profundidad, a partir del contraste de los papeles planos de distinto color. Esteban Vicente, como es propio de los primeros años cincuenta, introduce en la conformación del collage, rasgos característicos de la pintura gestual, la continuidad y el contraste con el entrelazamiento (Action collage).

Los collages de estos años, 1950 y 1951 suelen ser en colores marrones, tostados y negros, con muchas zonas de rayas en tinta china. Llamó a sus collages “pinturas con papel”, insistiendo que cualquiera que fuera el resultado alcanzado, éste se lograba a partir de la lucha con la naturaleza matérica de los propios materiales. El collage del cubismo analítico de Picasso, Gris y Braque alcanza aquí la abstracción total.

Esteban Vicente. Untitled, 1950
Papel, tinta y carboncillo sobre tabla. 63 x 50,5 cm

Esteban Vicente. Untitled, 1982.
Carboncillo sobre papel, 76,5 x 104 cm

Esteban Vicente. Mealii, 1969
Papel coloreado, tinta y carboncillo sobre cartón, 116,5 x 120,5 cm

Sala 5:

En los años 50 Esteban Vicente participa, junto a un nutrido grupo de artistas neoyorquinos, en el resurgir de un nuevo lenguaje artístico, una pintura abstracta de acción, gestual y agresiva que en el caso de Esteban, se convierte en una pintura más lírica realizada con diferentes áreas planas de trazo libre y regular pero de composición ordenada. El dibujo negro al margen de las formas de color crea movimiento y fluidez y guían al observador a través del cuadro. Son obras complejas, ambiguas, serenas y armoniosas. En los últimos años de la década utiliza mayor cantidad de materia pictórica apreciando el rastro del gesto. Las formas se entrelazan de forma abigarrada y generan una estructura en forma de mapas que acentúan y dejan traslucir la ambigüedad entre fondo y figura. Posteriormente, en la década de los 60 va concediendo mayor protagonismo a las formas de color, reduciendo la maraña hacia una estructura subyacente más reticular y menos orgánica. Las formas cada vez son más amplias, flotan y se reflejan en una atmósfera ambigua. A mediados de los 60 enfatiza la interacción de los colores, y consigue un color más plano, visual y emocional. Las manchas de color son mayores, más gestuales y más abstractas. Las obras de estos años son deudoras de su relación con la naturaleza orgánica derivadas de sus viajes y estancias en Hawaii y del jardín que cultiva en Bridgehampton. A partir de 1968 desaparece el gesto y la huella para dejar paso a la utilización del aerógrafo hacia la conquista de los campos de color, ya que esta técnica le permite reforzar su saturación. Aparecen tonos sombríos influidos por sus vivencias personales, aunque siempre conteniendo la luz. Lo intuitivo y lo poético que vendría dado por la utilización saturada del color acompaña a estas composiciones junto a trazos gruesos y finos. En las décadas de los años 80 y 90 la asimilación de la técnica se acentúa. Vuelve con más intensidad a la naturaleza como fuente de inspiración y desarrolla formas orgánicas, amplias y diversas. Trabaja con mayor libertad, menos sujeto a su propia técnica, con una mayor riqueza y variación en la paleta de color, con los que el artista estudia el comportamiento de la luz y el ritmo. Las composiciones son de mayor tamaño. En esta década combina el aerógrafo con el gesto del pincel empapado en color; y aparece tímidamente el dibujo. Son obras de gran sobriedad combinada con la máxima intensidad lumínica. Apreciamos en estos cuadros colores ocres, amarillos, azules, blancos refulgentes de luz.

Esteban Vicente. Number 5, 1950
Óleo sobre lienzo, 89 x 115 cm

Esteban Vicente. Entrance, 1987
Óleo sobre lienzo, 131,5 x 162 cm
Esteban Vicente. Before Harvest, 1999
Óleo sobre lienzo, 132 x 107 cm

Pasillo Sala 5:

Sus últimos dibujos, cuando ya contaba con más de noventa años de edad, los realizaba sobre una tabla que posaba encima de sus rodillas. Se caracterizan estas piezas por un despojamiento total, por la levedad, la delicada disolución de las líneas y los planos de color que hasta el momento construían sus obras. La naturaleza está en la génesis de todas estas piezas, y se representa con mínimos medios plásticos, denotan contención, emoción y belleza, también una gran serenidad, propia del artista que se enfrenta a la recta final de su vida.

Esteban Vicente. Untitled, 1995
Gouache, cera y pastel sobre papel, 56,5 x 76 cm