Nacido en Segovia en 1969, Luis Moro es un artista que ha tenido, desde muy temprano, una importante difusión internacional de su trabajo. Con apenas veintiún años presentó su primera exposición individual en una galería de París (Galerie 53, París, 1991) y, después de eso, ha tenido exposiciones individuales en Roma, en Praga, en Berlín, en Bruselas, en Oporto, en Milán, en varias ciudades de los Estados Unidos y, más recientemente, en el prestigioso Museo de la Ciudad de México, ciudad en la que reside habitualmente.

Su trabajo como artista ha ido evolucionando desde la pintura figurativa, mezclada con un fuerte expresionismo casi abstracto, hasta la instalación y la exploración de los recursos expresivos de las nuevas tecnologías. De hecho, ha desarrollado un recurso informático propio que permite al espectador ver cómo de sus cuadros brotan imágenes en movimiento.

Sus temas sin embargo siempre han estado muy vinculados a una doble preocupación: la relación del hombre con la naturaleza, ejemplificada por la imagen reiterada y obsesiva del animal en su trabajo, y la relación del hombre con la tradición y la cultura, ejemplificada esta fundamentalmente por su reiterada conversación con escritores, músicos y poetas. Ha colaborado así con poetas como Antonio Gamoneda, Mircea Cărtărescu o Ana Blandiana, o con las Premio Cervantes de Literatura Ida Vitale y Elena Poniatowska. Fruto de esta triple relación entre el interés por la naturaleza, la fascinación por la alta cultura y la experimentación con las nuevas tecnologías fue por ejemplo su interesante exposición titulada Triaca, dedicada a presentar una larga y apasionante reflexión sobre el Dioscórides, el libro de los remedios y de los venenos, editado y traducido al español por el médico y erudito segoviano del s. XVI, el doctor Andrés Laguna.

La presente exposición, titulada SOS (Save Our Souls), es una llamada de auxilio para salvar a las especies y ecosistemas que están desapareciendo en el planeta. Luis Moro entiende que la palabra animal viene de ánima, y es por estas almas animales, por el principio general de la vida del planeta, por el que el artista proclama airadamente: Salvar Nuestras Almas.

La exposición, que recoge obras realizadas entre 1991 y 2023, está pensada como un proceso ascensional, regido por la contradicción y por el conflicto. Partiendo de la guerra que —como quiere Heráclito— es padre y madre de todas las cosas, se afirma en primer lugar su carácter destructivo como principio, mediante las figuras alegóricas del Caballo de Troya, las figuras de ajedrez y los cuerpos mutilados de la serie Anatomía fragmentada.

La propuesta avanza recorriendo y estudiando la imagen diversa del animal, enteramente dominada por el hombre, por la cultura y por la palabra. Así los cuerpos animales, construidos con mapas o con textos —como en la serie Cartografía animal— ponen de relieve la pertinencia con la que Jacques Derrida ha pasado a denominarlos “anipalabras” o animotes. Pero hasta ahora el animal había sido definido como “carente de lenguaje”.

También fueron pensados como carentes de alma, o al menos carentes de alma inmortal, a pesar de ser el alma lo que precisamente les da nombre a los seres animados. Por eso, en la siguiente serie, titulada Paraísos elementales, Luis Moro se acerca a este resto espiritual de los insectos, representados por un cuerpo corruptible y mortal, y unas alas, como símbolo de su elevación hacia lo alto.

 En la siguiente sala nos encontramos una “Alegoría de la caverna”, en la que, con la imagen de la sombra, se hace una doble referencia al origen mítico de la pintura y a la primera apariencia de las almas, pensadas entre los antiguos como sombras. A continuación, una serie de pinturas sobre pantallas serigráficas, nos invitan a reflexionar sobre la interacción del ser humano con el animal.

Llegamos después a una sala presidida por dos gigantescos colosos y un impresionante Cancerbero, que nos hacen pensar en una alegoría del infierno. Un lienzo de ocho metros, titulado INRI, con la imagen casi religiosa de un ciervo, que nos mira desde el interior de un bosque calcinado, tiende a reforzar esta apariencia. Luis Moro interpreta el INRI en un sentido alquímico: Igne Natura Renovatur Integra (“La naturaleza se renueva íntegramente por el fuego”).

Pero todavía es necesario seguir ascendiendo, hasta alcanzar la contemplación del mundo ideal que es, como quiere Platón, el más real. En la última sala nos encontramos una serie de videoproyecciones con animaciones en 2d y en 3d de sus espíritus animales. Al tratarse de videoproyecciones en realidad aumentada, podríamos pensar que se trata de una nueva alegoría, esta vez del mundo de las ideas que, según Platón, es más real que las meras sombras y apariencias de las cosas. Luis Moro sugiere que se trata de una nueva génesis.

A modo de retorno, o de vuelta al principio, en el pasillo de salida, nos encontramos una serie titulada Jardín animado, dedicada al tema de la metamorfosis. Afirmando con ello una vez más la muerte, el cambio y la transformación como principio de la vida.

Miguel Cereceda

Con el patrocinio de

Diputación de Segovia

Sinfonías paralelas, 2018-2023
Luis Moro
Alas de cristal, 2008-2022
Luis Moro
Oro negro, 2018-2023
Luis Moro
Adagio, 2005
Luis Moro
Lignum vitae, 2022-2023
Luis Moro
Fragilidad, 2018
Luis Moro