NUEVA YORK
El papel de las últimas vanguardias.
27 de enero – 24 de mayo 2009
Se trata de la Colección Kramarsky, sin duda una de las más prestigiosas y activas dentro del panorama del arte contemporáneo de Estados Unidos, cuyo interés se ha centrado en el dibujo como lenguaje artístico autónomo. Contiene alrededor de 3.000 obras realizadas entre mediados del siglo pasado y la más estricta actualidad. Aunque se la reconoce como especializada en el minimalismo estadounidense de los años sesenta, en ella se incluyen también obras abstractas que en su naturaleza e intención apuntan al minimalismo y otras que representan la herencia de este movimiento hasta el presente.
La exposición refleja con fidelidad este enfoque expandido que caracteriza la colección, situando a las diversas poéticas minimalistas en un sentido amplio, que recoge sus deudas con el expresionismo abstracto, los indicios de pop art, los contactos con la ciencia y la literatura, y sus conexiones con el Earthworks, el arte conceptual y el arte de la performance. A través de ciento diecisiete obras de setentaiún artistas pertenecientes a diferentes generaciones se realiza un rastreo por la genealogía del arte que mayor huella ha dejado desde la segunda mitad del siglo XX. Desde los nombres míticos que a finales de los años cincuenta comenzaron a distanciarse de la abstracción expresionista mediante una reducción sistemática en su obra, como Esteban Vicente, Barnett Newman o Ellsworth Kelly, pasando por el núcleo, más extensamente representado, de artistas que alcanzaron su madurez en las décadas de los años 60 y 70, tanto los primeros intérpretes del minimalismo como aquellos que desarrollaron las diversas vías del entramado postminimalista, pero también, aquellos otros de generaciones posteriores que han continuado bajo este mismo impulso artístico.
La ordenación de las obras en la exposición trata, fundamentalmente, de sondear estas conexiones desde una perspectiva transversal, sin atender a cronologías ni a alineamientos estilísticos, sino, más bien, conformando una poética conceptual a través de las relaciones formales que dimanan del propio aliento de los dibujos. La exploración introspectiva del espacio abstracto a través del gesto enlaza obras de autores tan dispares como Barnett Newman, Esteban Vicente, Jasper Johns, Cy Twombly, Terry Winters, Brice Marden o Mark di Suvero. La atención en la materia/forma dispuesta en campos abstractos se evidencia en las obras de Agnes Martin, Frank Stella, Sol LeWitt, Richard Serra o en artistas más recientes como Mary McDonnell y Karen Schiff.
El azar ha ocupado un lugar primordial en muchos de los artistas surgidos a partir de los años sesenta, que daban más importancia al proceso mismo de creación que a la obra acabada. El azar puro, cuestionando radicalmente el papel del artista como autor, tiene lugar en las obras de William Anastasi, pionero del process art en los sesenta, o en John Cage, quien practicó “la ausencia de intención” dibujando con humo o consultando el I Ching. El azar asistido por el artista aparece en el dibujo realizado con los pies por la bailarina Trisha Brown.
La repetición y las series son otros de los recursos ligados a la poética minimal, y que podemos observar en la obra de Carl Andre o de Christopher Wilmarth. La fascinación tanto por los sistemas naturales como por los artificiales recorre muchas de las obras expuestas: sistemas reglados, ya sean autoimpuestos o autodiseñados como muestran los dibujos de Sol LeWitt, Suzanne Bocanegra, Edda Renouf o Jill O’Bryan; la incorporación del lenguaje como sistema de signos, lo descubrimos en los trabajos de Elena del Rivero, Joseph Zito o Robert Barry; sistemas de estructuras, en Donald Judd, Joan Witek, Lawrence Weiner, Annabel Daou y Fred Sandback, y sistemas interrelacionados con la ciencia, la ingeniería y el medio ambiente, asoman en la fotografía de Alyson Shotz y en las obras de claros representantes del earthworks, como Nancy Holt y Robert Smithson, del que se muestran diversos apuntes de proyectos, entre ellos un estudio para su célebre Spiral Jetty.
Por medio de todos estos diálogos, las obras de la exposición se entrelazan conformando una trama reveladora del impulso vanguardista que fluye por este amplio universo creativo.
El dibujo contemporáneo se ha utilizado como instrumento de exploración, como mecanismo documental, pero ante todo, para los artistas presentes en esta exposición es un fin en sí mismo, con plena identidad artística. Y si el dibujo es otro tipo de lenguaje, como manifestó Richard Serra, en este contexto, en el que prima la idea, se pone de relieve su impronta en el proceso creativo. La obra sobre papel y más concretamente el dibujo, es el medio más elocuente para penetrar en este proceso, para expresar y sintetizar la complejidad de conceptos de una manera más directa. Este interés por lo que sucede en un papel es lo que motivó a Wynn Kramarsky en su apuesta como coleccionista, y es el hilo conductor del discurso intergeneracional que presenta la exposición. La obra sobre papel como territorio donde se nos revelan sensibilidades compartidas, interconexiones visuales y conceptuales y también divergencias estéticas que circulan por la diversidad de lenguajes con que se expresa el arte de nuestro tiempo.