Blue, 1994.
Como en las primeras obras abstractas, el pintor conjuga la combinación de tamaño y forma de los planos imprecisos de color y su situación en el cuadro. Juega con el azul y el verde. Un color frío, el azul que «calienta» con otro color más cálido, dentro de la gama de los verdes, que proporciona equilibrio y que además enmarca de alguna manera el cuadro, en la franja que pinta en la parte superior del mismo y que prolonga hacia el borde lateral derecho. El verde contiene azul y amarillo. No hay historia, simplemente color, ni siquiera hay estructura, hay color y alguna forma. Muestra con pocos colores una gran intensidad emocional. Vicente juega en esta obra con los sueños: «Hay abstracciones y hay ilusiones. Los sueños y las ilusiones son opuestos. Las ilusiones significan la muerte de la pintura»