GUERRERO-VICENTE

MUSEO DE BELLAS ARTES DE ASTURIAS. Oviedo
Del 20 de junio al 22 de septiembre de 2019

GUERRERO-VICENTE

Museo de Bellas Artes de Asturias

El Centro José Guerrero de Granada, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y Acción Cultural Española en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Asturias presentan el proyecto expositivo Guerrero/Vicente, una muestra itinerante que estará presente en las salas de la pinacoteca asturiana desde el 20 de junio hasta el próximo 22 de septiembre.

La exposición, que aglutina más de sesenta obras, propone un recorrido por las trayectorias profesionales de José Guerrero (Granada, 29 de octubre de 1914 – Barcelona, 23 de diciembre de 1991) y Esteban Vicente (Turégano, Segovia, 20 de enero de 1903 – Nueva York, 11 de enero de 2001). Para ello, el Museo de Bellas Artes de Asturias ha adaptado las salas de la planta -1 del Edificio Ampliación, dotándolas de una museografía específica, que permita al visitante recorrer las distintas etapas de los dos pintores.

La muestra mantiene, además, un sugerente diálogo con los atractivos fondos de arte contemporáneo que atesora y expone el Museo de Bellas Artes de Asturias. En este sentido, la presencia de Esteban Vicente en el Museo es constante y la encontramos a través de dos obras, un depósito del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid y un collage fruto de la donación efectuada por D. Plácido Arango Arias a la pinacoteca en el año 2017. Por su parte, la figura de José Guerrero carece en la actualidad de representación, a pesar de su pasada presencia gracias al depósito temporal de una pintura procedente de la colección Sidercal Minerales S.A., razón por la cual la citada muestra resulta más que justificada y necesaria en la sede asturiana. A este respecto, Guerrero/Vicente no solo palia lagunas existentes en el discurso expositivo asturiano sino que, sobre todo, lo enriquece y extiende para el disfrute y deleite de todos sus visitantes.

Guerrero/Vicente se configura, no obstante, con la pretensión de poner en relación la obra de los dos únicos artistas españoles que formaron parte del que, sin duda, fue el movimiento pictórico más importante de la segunda mitad del siglo XX: el Expresionismo Abstracto Americano. Una corriente en la que se incluyen nombres de la talla de Jackson Pollock, Franz Kline o Willem de Kooning, entre otros, y en la que Guerrero y Vicente fueron destacados representantes.

Sin embargo, el verdadero objetivo de esta muestra es evidenciar los puntos en común que comparten dos creadores cuyas trayectorias han sido tratadas siempre de manera individual y, por supuesto, separadas cuando son muchas las similitudes existentes entre ambos; la obligada relectura, por lo tanto, de dos discursos en claro paralelismo que gracias a esta muestra resultan ciertamente pares.

Lo cierto es que tanto José Guerrero como Esteban Vicente muestran una personalidad artística muy marcada y bien construida, motivos por los cuales sus creaciones nunca se habían entrelazado hasta ahora. Reforzando esta idea, lo cierto es que las trayectorias de ambos pintores presentan una serie de coincidencias, no sólo artísticas, sino también vitales que corroboran este paralelismo.

A este respecto, los dos estudiaron en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Tras una primera formación de corte académico, ambos partieron a París que, por entonces, era la cuna de la vanguardia en Europa, sintiéndose especialmente atraídos por la obra de Matisse así como por el cubismo y la Escuela de París.

Otro de los puntos de unión les llega por sus matrimonios pues tanto Vicente como Guerrero se casaron con mujeres norteamericanas, motivo por el cual se trasladarían a los Estados Unidos. El primero en hacerlo fue Esteban Vicente, en 1936, mientras que Guerrero no partiría hasta 1949.

En lo que a su obra se refiere, es interesante constatar cómo ambos darían comienzo a la misma dentro de unos parámetros figurativos que, progresivamente, se diluirían hasta alcanzar la abstracción.

El punto de inflexión en ambos casos tuvo lugar en 1950, año en el que Esteban Vicente fue seleccionado por Meyer Shapiro y Clement Greenberg para formar parte de la exposición Talent 1950, acaso el acontecimiento más importante de su carrera profesional. Y, en el caso de José Guerrero, 1950 fue el momento en el que se instalaría en Greenwich Village, barrio al oeste de Manhattan donde estaba establecida una importante colonia artística, y donde el pintor granadino comenzaría a tratar a agentes que pronto lo llevaron ante la galerista Betty Parsons, una de las primeras promotoras de arte abstracto. En ese ambiente neoyorquino, Guerrero y Vicente se relacionarían con Rothko, Motherwell, Guston, Newmann o los citados De Koonning y Pollock, manteniéndose fieles a los dictados de la primera generación del Expresionismo Abstracto Americano.

Una preocupación, además, les uniría: el color. En el caso de José Guerrero, el color pronto se convirtió en elemento estructurador de sus composiciones. Por su parte, Esteban Vicente llegaría al mismo un poco más tarde puesto que primero se ocuparía de la estructura del cuadro. No obstante, a finales de la década de 1950, Vicente comenzaría su investigación en torno a la luz, algo que conseguiría gracias al color. Con respecto a la selección de obras de la muestra Guerrero/Vicente cabe mencionar que éstas proceden de más de una veintena de museos y colecciones. Gracias a la cuidada selección de las mismas quedan al descubierto las carreras paralelas de ambos creadores. A este respecto, es importante señalar que la exposición se configura en diferentes etapas que comparten, no obstante, el siguiente recorrido:

Una primera fase en la que se muestran los inicios pictóricos en clave figurativa de ambos artistas representados a través de varios paisajes, tanto urbanos como rurales, en los que se aprecia una paulatina tendencia hacia la abstracción.

Un segundo momento, en los primeros años de la década de 1950, con una inmersión ya plena y decidida en la abstracción. En esta etapa, resulta fundamental la experimentación llevada a cabo por estos creadores en papel. En el caso de Esteban Vicente, dicha exploración tendría lugar a partir del collage, mientras que Guerrero lo haría a partir del grabado. En ambos casos, sin embargo, supondrían experimentos e indagaciones que les permitirían avanzar hacia una nueva dirección.

Los años setenta suponen el tercer punto profesional de estos artistas y, en ellos, se configurarían ya plenamente sus personalidades. Es un periodo de madurez en el que Vicente y Guerrero asumirían, cada uno a su manera, la pintura de los campos del color. En el caso de Guerrero, éste concedió más importancia al espacio, sus límites, las fronteras entre planos, las zonas en las que los colores se interrelacionan. Esteban Vicente, por entonces, ya había conseguido un mundo pictórico propio en el que las formas flotan en el espacio, dotando de sentido a la obra, y en el que trabaja insistentemente la gradación y saturación del color y la luz.

+Información: 
http://www.museobbaa.com/exposicion/guerrero-vicente/