Red Field (Campo rojo), 1972.
El título es ya una declaración de principios. Vicente pinta desde su perspectiva abstracta un paisaje, un paisaje interior, y lo reduce a gamas de colores, matizados de múltiples veladuras. Es un lienzo cubierto de pintura roja, sólo los matices y degradados del rojo producen efectos de profundidad o lejanía. Un campo rojo que más nos lleva a una superficie única y concreta donde el rojo, es color de luz solar, de fuego, de fuerza.
Es importante ver aquí como la superficie atrapa la luz, no se comporta como soporte sobre el que pintar. Existen ecos Rothkianos en la saturación y leve degradación del rojo, pero se diferencia de él por la composición que Vicente ha creado. Explota al máximo las posibilidades de un único color con infinidad de gradaciones y fluctuaciones, para profundizar en una idea. El color es la mayor búsqueda no sólo en la forma de aplicarlo sino en la manera de encontrarlo. Introduce la técnica del aerógrafo o pistola de pintura, dotando a la pintura de un aspecto más etéreo, los colores se difuminan, desaparece la huella y la sensación de pesadez. Bastan esas ligeras formas para que la pintura ofrezca, una «anécdota», no identificable, que como tal funciona, deteniendo nuestra mirada en ella.