Willy Ramos, pintor, escultor, grabador y ceramista nació en Pueblo Bello, Colombia, en 1954. Con catorce años emigra a Valencia, donde reside habitualmente, con largas estancias en Calpe, Alicante.

La exposición Forjando el color reúne una selección de 53 obras realizadas entre 2014 y 2023, que nos muestra el lado más íntimo del pintor. La muestra, patrocinada por la Diputación de Segovia, se vertebra en torno a una serie de dibujos a tinta, que se configuran como una suerte de diario introspectivo, esencial, en el que Willy Ramos se muestra tal cual es, sencillo, generoso, auténtico. No necesita adornos, solo el blanco del soporte papel y el negro de la tinta; la inspiración y la expresión de lo más profundo de su alma, hacen el resto del trabajo.

Se aprecia en estas obras un vínculo estrecho con la filosofía oriental, con la pintura zen, que sentía un verdadero asombro hacia la naturaleza, como medio a través del cual encontrarse a uno mismo. La naturaleza se entendía como una forma de escape del caos imperante en la sociedad humana. Estos principios del lejano Oriente, conectan con estas deliciosas piezas, que emanan reflexión y un proceso de decantación de la pintura de Willy Ramos. Expresa con sus trazos una visión de la vida, y subyace una experimentación profunda respecto a ella.

La pintura, el dibujo, se ofrece ante el artista como la mejor de las artes, por su potencial expresivo y su inmediatez. Estos dibujos, de distintos formatos e intensidades, excluyen la representación del ser humano, se centran en el paisaje a través de las flores, las piedras, cascadas, arroyos, montañas, cielos…, representados a partir de un lenguaje sintético. La mayoría son ejecutados con tinta negra, pero a veces intensificados con colores claros que emergen con la tinta. En ocasiones conforma la orografía del terreno con pequeños puntos o pinceladas en cierto modo impresionistas. Configura el espacio mediante la superposición de planos, que dotan de profundidad a las composiciones. También el vacío, los blancos, sugieren cierta distancia, y permiten que los dibujos respiren.

Forma, espacio y luz son la terna de elementos que configuran estos papeles.

A través del pincel se define tanto la forma como el tacto de las mismas; por su parte, la tinta, determina la plasticidad del dibujo, la luz y la atmósfera.

En las salas principales de la exposición Willy Ramos nos invita, con su pintura, a vivir una auténtica experiencia inmersiva, como haría Mark Rothko en su Rothko Chapel, Houston, 1971. Éste buscaba que el espectador fuera partícipe de una experiencia mística a partir de sus obras. Que diera sentido a las piezas con su propia respiración, el rumor de su cuerpo, el latir de su corazón, sin necesidad de otros sonidos impostados.

El visitante podrá dejarse atrapar por una interesante selección de pinturas íntimas, no precisamente por su tamaño, pues la obra de Ramos es de dimensiones magnas, sino por una intimidad ligada a su propia experiencia vital con la madre naturaleza.

Los primeros años en su tierra natal, Colombia, le permitieron atesorar multitud de imágenes en su memoria, que a lo largo de su trayectoria artística ha ido plasmando en sus pinturas. Colombia, es sinónimo de vegetación exuberante, bosques milenarios, ríos, cascadas, el mar Caribe… Cuando recala en España, en la zona de Levante, éste será su paisaje circundante, que combinará a la perfección con el del recuerdo. De esta hibridación surge esta variedad de obras, en ocasiones tropicales, en ocasiones sosegadas.

Trabajador incansable, las pinturas de Willy Ramos rezuman energía a través del uso magistral del color y de la luz. El principal anhelo del artista es que sus obras, realizadas con una fuerte carga de emoción -pues es más visceral que racional-, provoquen un estado de felicidad y optimismo en el espectador, que le genere preguntas, que le traslade a recuerdos de momentos y paisajes vividos. Nos invita a mirar con el corazón, no con los ojos o la razón; a vivir, sentir y vibrar con el color.

La disposición  de sus pinturas en el espacio abrazan al visitante gracias a una secuencia de óleos de gran intensidad y maestría plástica, caracterizados por un colorido explosivo, de ascendencia matissiana. El formato grande le permite al artista que la pintura fluya, le envuelva, le hable, la obra se construye pues tras un íntimo cuerpo a cuerpo, que nos da la oportunidad de vivir una experiencia real con la naturaleza. Técnicamente las obras están resueltas a partir de una pincelada exquisita, que combina reminiscencias figurativas, con ecos abstractos.

Willy Ramos nos descubre parajes que ansiamos visitar, el espectacular y fascinante Río de Cinco colores de su Colombia natal, una suerte de arco iris acuático que combina el color verde, amarillo, naranja, azul y rojo gracias a una planta roja: la Macarenia clavigera, que otorga distintos matices al agua en función de la época del año, o las condiciones del agua o la luz.

La obra de Willy Ramos es poesía de forma y color, una oda a la vida y a la belleza a partir de un lenguaje universal que despierta todos nuestros sentidos. Nos exhorta a soñar y apreciar los sonidos y los olores de la naturaleza que proceden de sus obras, incluso también la carnosidad de la pincelada, nos permite palpar el paisaje. Una verdadera experiencia inmersiva.

Ana Doldán de Cáceres
Directora Conservadora del Museo de Arte Contemporáneo de Segovia

    Con el patrocinio de:
Diputación de Segovia

Jardín tropical, 2013
Óleo sobre tela 146×195 cm
Willy Ramos
Flores blancas, 2018.
Óleo sobre tela 250×450 cm (Tríptico)
Willy Ramos
Jardín encantado, 2021
Óleo sobre tela 200×180 cm
Willy Ramos
Montañas de agua y piedra VIII, 2023
Tinta china sobre papel 50×65 cm
Willy Ramos
Jardín de invierno, 2015
Tinta china, acuarela sobre papel 75×56 cm
Willy Ramos
Jardín rojo, 2013
Tinta china, acuarela sobre papel 56×76 cm
Willy Ramos
Río de los cinco colores II, 2018
Óleo sobre tela 150×250 cm
Willy Ramos